La semana pasada, inicié un
curso del Banco Mundial sobre Cambio Climático motivada, precisamente, por la
toma de conciencia que he tenido en 2016, a mis 25 años, sobre el poder que
tenemos las nuevas generaciones para aportar en positivo al mundo.
Gracias a eso conocí datos
que me pararon los pelos. ¿Sabés cuáles son las verdaderas consecuencias de nuestros
excesivos hábitos de consumo y nuestro apego a los aparatos electrónicos, botellas
y bolsas de plástico, carros que utilizan combustibles fósiles, textiles y
papel?
Sólo en Latinoamérica y el
Caribe nos exponemos a continuos ciclones tropicales, aumento en los niveles
del mar, derretimiento de los glaciares andinos, olas de calor, cambios en los
patrones de las lluvias, amenazas para el agua dulce por intrusión salina y
afectación directa sobre la agricultura de subsistencia y la pesca.
Por ejemplo, en los
próximos años es probable que se reduzcan considerablemente los rendimientos
agrícolas de cultivos importantes para Costa Rica y que disminuya la producción
de ganado para carne y leche, afectando a cientos de familias campesinas, que
nunca han conocido otra forma de ganarse la vida, obligándolas a llevar a cabo
trabajos informales y a vivir en una situación de mayor pobreza.
En la costa atlántica de
Centroamérica se espera, además, una reducción en la cantidad de peces de entre
un 5% y un 50%. De hecho, según estimaciones de MARVIVA, en 2050 habrá más plástico
que peces en los océanos.
Situaciones como esas sólo
provocarán grandes olas migratorias (como las que ya estamos viviendo) y el
riesgo de conflictos debido a la escasez de recursos.
Por eso creo que llegó la
hora de que los y las jóvenes – gente común como vos y como yo - se planteen cómo
desarrollar proyectos de emprendedurismo, voluntariado y obras de
responsabilidad social que busquen contrarrestar el calentamiento global y
disminuir los niveles de contaminación en nuestras ciudades y puertos. ¡Nosotros
somos el cambio que queremos ver en el mundo!
Se trata, básicamente, de pequeñas
modificaciones en nuestro estilo de vida que sumadas todas (entre los 588
millones de habitantes de Latinoamérica y el Caribe), pueden ayudarnos a salvar
el planeta de a poco…
Yo, por ejemplo, hace un
par de meses decidí que no usaría más pajillas. Hoy me sumé al #DíaSinCarroCR y
caminé desde mi casa en Rohrmoser hasta mi trabajo en Barrio México. Desde hace
un par de años cumplo a rajatabla con la #HoraDelPlaneta. Y me prometí a mí
misma comprar cuanto antes bolsas de tela para ir al súper. Además, nunca tiro
ropa que no uso; siempre es mejor donarla para personas necesitadas o para
reutilización.
En casa, también separamos para
reciclar las botellas de vidrio. Y mi sobrino, con quien vivo, decidió sumarse
al Reto #ChaoPlásticoDesechable.
También creo que podríamos
donar e intercambiar nuestros libros de manera que compartamos el conocimiento
y aprovechemos el material que ya está impreso, y de ahora en adelante sólo
compremos libros en digital, entre muchas otras ideas que son fáciles de
implementar. ¿Vos también te apuntás? ¿Si no lo hacemos nosotros, entonces
quién?
Fotos: MARVIVA Costa Rica y video del Banco Mundial.