Y es que, seamos claras, el Segundo Estado de los DDHH de las Mujeres en Costa Rica, publicado en 2015, concluyó que el machismo impera en la realidad social, sexual, y política del país.
En mi familia, por ejemplo, cosas como conducir, administrar tu
propio dinero, tomar decisiones importantes y luchar por tus sueños es básicamente cosa de
hombres. De mujeres más bien es ser sumisa, hacer oficio, cuidar a tu marido y criar
niños.
¡No me malentiendan! Yo no creo que esté mal querer ser madre y ama de casa, siempre y cuando esa sea la decisión de la mujer y no la imposición de la sociedad o los hermanos.
¡No me malentiendan! Yo no creo que esté mal querer ser madre y ama de casa, siempre y cuando esa sea la decisión de la mujer y no la imposición de la sociedad o los hermanos.
No obstante, gracias al Cielo, recientemente me he
topado con hombres distintos: pioneros en la construcción de nuevas masculinidades.
Lo cual me encanta. Pero lo que más me gusta es que son hombres feministas
auténticos, no seudofeministas o postmachistas de los que hay muchos.
Son hombres que no instalan trampas como las que la cultura patriarcal ha puesto en práctica "para mantener el status quo de la
desigualdad entre los géneros, pero con argumentos que se pretenden
igualitarios”, como diría Lorente Acosta.
Sino que se trata de hombres que huyen de esas máscaras en las que la
sociedad les ha exigido vivir por mucho tiempo: siempre siendo fuertes, sin
poder mostrar sus sentimientos, pretendiendo que son el “macho man”, los "todopoderosos" o los galanes que sólo ven a las mujeres como objeto sexual.
Por eso, me encanta ver hombres que no solamente toleran sino que apoyan las
ideas y sueños de sus esposas, hermanas o madres. Hombres capaces de luchar por
un cambio contra el sistema que nos ha recluido a nosotras, las mujeres, a una
posición donde no somos dueñas de nuestro cuerpo ni de nuestras decisiones, de
nuestro dinero ni de nuestro tiempo. Hombres que reconocen que estamos lejos de
vivir en un mundo equitativo pero que están dispuestos a poner su grano de
arena para hacerlo realidad.
Eso sí, a veces pienso que en esta sociedad machista a los hombres les ha tocado también un rol asfixiante, y que la construcción de nuevas masculinidades, el romper los estereotipos, el deconstruir los roles de género, la lucha por la equidad y el feminismo nos beneficia a ambos por igual: Ellos, por su parte, no se verían "obligados" a reproducir un rol con el que, quizás, no se sientan identificados.
Imaginemos que chiva sería educar más hombres distintos. Influir en la formación de hombres feministas, que luchen por la justicia y la equidad de
género. Personas que tengan la oportunidad de amar sin las limitaciones sobre lo que debe hacer o no hacer un "verdadero hombre", con la libertad de ser auténticos y vivir a plenitud.
Pero, para lograr todo eso es necesario aportar como padres, madres, tías o tíos, abuelos, abuelas, hermanos, hermanas, ejemplos a seguir... inspirando, desde nuestras trincheras, a las nuevas generaciones de hombres y mujeres.
Pero, para lograr todo eso es necesario aportar como padres, madres, tías o tíos, abuelos, abuelas, hermanos, hermanas, ejemplos a seguir... inspirando, desde nuestras trincheras, a las nuevas generaciones de hombres y mujeres.
Como periodistas, por ejemplo, podemos comunicar con justicia y
equilibrio sobre la desigualdad de género; podemos erigirnos como voceros y voceras de la necesidad de
cambiar los roles de género socialmente impuestos y darles una mayor libertad a
las nuevas generaciones; reforzando así la dignidad humana.
También, podemos crear
espacios (documentales, medios alternativos, columnas de opinión o programas de
radio) donde pongamos esta discusión sobre la mesa, elevando su nivel con
argumentos válidos, que nos hagan entender que sí se puede, que es hora
de educar hombres distintos.
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