Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, una fecha cuyos
orígenes son mucho más dolorosos de lo que quizás le atribuimos mientras
“felicitábamos” a nuestra mamá, hermanas y amigas.
No obstante, yo sí deseo hacer un homenaje – aquí en mi blog personal,
aunque sea de bajo perfil pero desde mi fuero interno y puro – a las mujeres
que me rodean, que me acompañan, que me apoyan y que me inspiran; porque son
ellas las que día con día me impulsan a seguir adelante, a creer en mí y a
luchar por mis sueños.
Primero que nada, debo decir que crecí bajos las faldas de una guerrera;
que en sus brazos encontré el calor y el amor incondicional más profundo del
universo y que ella no sólo es mi madre sino también mi mejor amiga. Su bondad,
su entrega y sus oraciones que nacen del alma obran milagros en mi vida y la de
mi familia.
Pero hay otras mujeres: Tía Xinia, Tia Mari, Tia Flor, mis madrinas
Nidia y Ligia; mi prima Jéssica Chavarría y mi abuelita Trina (que en paz descanse), quienes
marcaron para bien mi existencia y merecen un GRACIAS inmenso y a viva voz.
Y con el paso de los años, he tenido el maravilloso privilegio de
conocer a muchas otras mujeres cuyas historias y acciones me conmueven hasta el
extremo; y son ellas quienes con su ejemplo me hacen tener aún fe en la
humanidad.
Hablo de mi amiga Jéssica, una excepcional periodista de televisión con
el corazón más grande del mundo; mi amiga casi hermana Laura Ávila, con su
elegancia, sofisticación y buen gusto; hablo de mi adorada Mishelle Mitchell,
mi Ave Fénix favorita; de mi nueva jefa Montserrat Carboni y su pasión por los
Derechos Humanos; hablo de Silvia Bolaños y su autenticidad e inteligencia. Hablo de Isel, Karina, Stefanía, Rebeca, Fiorella, y muchas otras.
Hablo también de mis dos nuevas amigas: Nazareth y Vivian, ejemplo de
superación y trabajo extra. Además, hablo de mi querida Julii, que murió hace
un mes pero entregó sus últimos años a luchar por un futuro mejor al lado de mi
hermano.
Hablo de mi amiga Karina Vega y su empatía incalculable; de Marce Maury
y su invaluable talento y creatividad; hablo de Lucrecia López, la periodista
generaleña que presenta en Telemundo y que me brindó su amistad cuando yo era
sólo una adolescente que soñaba con ir a la universidad.
Hoy al pensar en mujeres impactantes, fuertes e independientes;
valerosas, amables y generosas hablo de muchas de mis colegas y amigas pero
también de aquellas a quienes respeto y admiro aunque ni siquiera las conozco:
Michelle Bachelet, Oprah Winfrey, Cara Delevigne y Ellen DeGeneres, Eva
Longoria, Aung San Suu Kyi, Angela Merkel, Meryl Streep y la fallecida Madre
Teresa de Calcuta. Todas ellas supieron alcanzar el éxito – sea cual sea su
definición y su precio – y la plenitud de ser ellas mismas incluso en las
peores circunstancias; siempre fieles a su esencia. Ellas saben o supieron
pelear su batalla y a la vez suman su esfuerzo a la lucha universal que
forjamos todas las mujeres en el mundo.
Hoy más que nunca, me siento profundamente orgullosa de ser mujer. He
dicho.
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