"...No desfallezcas. Esta es una profesión hermosa y fascinante, pero también comprometida. Comprometida con las causas de los débiles, de los pobres, de los sin voz, de los oprimidos. Es cierto que entraña riesgos, pero también grandes momentos. Puedes ser la voz de aquellos que no la tienen, el consuelo de los olvidados por el poder, el altavoz de los oprimidos. Y me parece que son razones de sobra para luchar", me escribió hace un par de años, el periodista español Paco Nadal, justamente en este mismo blog.
Quizás eso es lo que pretende El Mundo de España con el reportaje Infancias Violadas, Minerales de Sangre. Un espeluznante relato que llega a lo más profundo y te obliga a ponerte en los zapatos de esos pobres niños, de los que nadie sabría nada si no hubieran medios internacionales interesados en hacer pública su situación.
Y es que cuando lees cosas como "Madeleine no sabe nada del conflicto que vació su aldea, no entiende las
razones de los combatientes que la arrasaron y no ha elegido ningún bando, pero
la guerra ya ha pasado por su cuerpo de 16 años en forma de violación múltiple.
Desconoce si está embarazada y, de estarlo, tampoco ha pensado en qué hará con
el niño", no te queda de otra que agradecer a Dios porque exista el periodismo.
Tal vez como periodistas no podamos hacer mucho, pero si la opinión pública consigue que quienes tienen el poder de tomar decisiones intervengan en estos casos, habremos logrado nuestra meta. Y eso, por sí mismo, ya es una recompensa.
Escuche aquí, una versión corta de la nota sobre Madeleine y el conflicto en el Congo.
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