1 mar 2014

El genio de la lámpara mágica y los tres deseos

Como si del cuento del genio de la lámpara mágica y los tres deseos se tratara...

Hace menos de seis meses hice un retiro de vida cristiana al que me invitó uno de mis mejores amigos, luego de que le confesara que vivía con un vacío profundo en mi corazón y pensaba en el suicidio a todas horas.

Estaba sumamente deprimida, me sentía culpable y triste. La razón de la crisis ya ni viene al caso. Ha sido el peor error de mi vida, eso es todo. Pero gracias a ese problema, Dios cambió mi corazón.

En ese retiro decidí entregarle mi vida al Ser Supremo que me creó. Y aprovechando la experiencia me comprometí a tres cosas, sin darme cuenta que no dependían de mí, sino de Él. Prometí irme a vivir sola, comprar mi propio carro y lo más importante: cambiar de trabajo.

Un cambio de vida drástico, un giro de 180 grados; una nueva oportunidad.


Tomar todas esas decisiones y arriesgarme a que pasara lo peor, fue un reto gigante. Pero Dios es grande y sus planes son perfectos, aunque no lo podamos ver claro.

¿Cómo Dios movió tantas fichas en su ajedrez? Nunca lo sabré. Pero sucedió.

Hoy, soy una mujer independiente y plenamente feliz.

Acabo de cumplir los 23 años, vivo en un departamento que me encanta, decorado a mi gusto; conduzco un Toyota del año que me parece el carro más bonito del mundo y estoy a las puertas de una de las aventuras profesionales más enriquecedores: a partir de este lunes seré parte del equipo periodístico de la gran Amelia Rueda.


Pero lo más importante es que Dios sanó la herida que tenía rota mi vida entera. Ahora, la relación con mi mamá está genial; tengo una mejor amiga que me alegra los fines de semana; un papá adoptivo que me apoya; una ahijada que es el amor de mi vida y estudio lo que tanto me gusta: periodismo social en el Tecnológico de Monterrey (México) e italiano.

Los miércoles y los viernes cuando voy a la Iglesia no paro de llorar. Aún no puedo creer que tenga tantas bendiciones rondándome todos los días. Me dedico a lo que estudié y me pagan bien por ello; soy título de honor en todas mis clases; tengo la mejor familia del mundo y unos amigos a los que nunca podré pagarles por tanto amor.


Por las noches cuando veo una película en casa mientras me tomo un vinito; cuando hago un rato de ejercicio mientras escucho mi música favorita; cuando leo o voy al cine; cuando salgo a bailar o a la playa; cuando escribo, entrevisto, asisto a una conferencia o voy de gira de prensa, sólo tengo ánimo para decir GRACIAS.

Sé que vienen cientos de retos y oportunidades; sé que habrá muchas pruebas en el camino; que cometeré errores y no será fácil. Seguramente lloraré. Pero incluso pensar en todas esas posibilidades me hace feliz.

Como dicen por ahí, no permitas que un mal momento te derrote pero tampoco te niegues a disfrutar un buen momento, porque ninguno de los dos durará para siempre. :)